Personas...

Personas que están tan cerca de ti que puedes sentir su palpitar como tuyo…y te miran a los ojos.
Personas que abrazan tus miedos, que espantan tus monstruos, así les vaya la vida en ello.
Personas que te secan las lágrimas a besos y te abrigan el alma a sonrisas.
Personas que se van dejando jirones de piel por el camino, pero que escuchan, se entregan y que dan…y mucho.
Personas que se lazan al vacío de cabeza, ahí…con un par, con el corazón en la mano y el alma desnuda.
Persona que miran a esta puta vida a los ojos, la agarran de cuello y le dicen “esta vez decido yo”.
Personas que aman bonito con cada trocito de un alma rota, que se dejan mimar.
Personas que te sujetan fuerte y te dicen “aquí me tienes, hecho trizas pero a tu lado”.

Hay personas que nos hablan y ni las escuchamos; hay personas que nos hieren y no dejan ni cicatriz, pero hay personas que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan para siempre.


...mi príncipe azul desteñido...



Toda la vida imaginando la cara que tendría mi príncipe azul desteñido y de repente, un día, ¡zas! lo averigüé así sin más, porque sí, porque una sensación me lo chivó.

Un segundo en tus labios fue suficiente para estremecer mi corazón y hacerlo rugir. ¿Cómo no pudo esto pasar antes? No lo sé, ni lo sabré. Pasó y desde entonces no ha dejado de existir.

Y lo que más me gusta de todo esto es que he conseguido dejar de lado el hasta cuándo que tanto me atormentaba para dedicarme en cuerpo y alma al hasta dónde. Y ahora mismo, mi hasta dónde es el fin del mundo.

“No quiero que valgas la pena. Quiero que valgas el tiempo, que valgas las risas, que valgas los sueños, que valgas las palabras, que valgas las renuncias, que valgas los cambios…que valgas cada momento.”



Porque a veces, lo que empieza como una simple locura puede convertirse en lo mejor de tu vida.

Lo que duele no es el dolor... (Risto Mejide)



Lo que duele no es el dolor. El dolor es sólo una consecuencia. El efecto secundario de algo que nos hizo sufrir y que todavía hoy sigue haciéndolo. Me gustaría que esto que tanto duele fuese lo que me aplasta el pecho y me araña las vísceras y el corazón. Esto que se puede paliar poco a poco, con consejos, amigos, medicamentos, horas, sobremesas y tazas de té. Pero algo me dice que no. Que lo que duele no es el dolor.

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es la ausencia. El hueco que deja alguien que ya no está. Echar de menos con contrato indefinido (…)

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es conocer un vivo menos. Borrar su número del móvil (…)

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es recoger los pedazos de quien se queda. No saber consolar a quien más quieres en este mundo. Tratar de estirarle los labios. Con una broma, un chascarrillo, una tontería. Fracasar.

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es la distancia. Este saberse lejos de ti, este llevarte conmigo, ese llevarme contigo y aún así, ser incapaces de llevarnos más. Haber caído con nuestro mayor triunfo. Haber sucumbido ante nuestro mayor logro. Lo mejor que habremos hecho en nuestra vida. Algún día él nos lo explicará.

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es no saber volverlo a intentar. Matar el nervio y dejar que se desangre la encía. Hablarlo tantas veces y acabarlas todas en ese silencio de punto final. Darnos por imposible. Constatar nuestra propia incompetencia. Seguir doliéndonos. Seguir mal.

Lo que duele no es el dolor. Es todo lo que dejamos atrás. El remolque desbocado de los recuerdos que nos perseguía al mismo ritmo y velocidad. Ahora sólo sabemos que le ha fallado el enganche, los frenos y no tenemos ni idea de en qué momento nos va a atropellar. Ni con qué.

Lo que duele no es ni siquiera llorar. Lo que duele es tener tantas razones para tener que hacerlo. Es esta maldita sequía de lágrimas. Es el miedo a quedarse solo y en pareja.

Lo que duele no es que la gente opine. Es que lo haga como quien habla del tiempo, alegremente y buscando de todo, menos ayudar. Que nos den consejos que no hemos pedido. Que inventen razones. Qué sabrán ellos. Qué sabrán.

Lo que duele no es el dolor.

Porque el dolor es esto que me viene aquí y ahora.

Lo que más duele es todo lo que vendrá.

Doble "clic"...

Hay quien necesita estar triste para escribir, y hay quien necesita escribir para dormir. Hay quien escribe siempre y quien no escribe nunca. Hay quien piensa horas y horas antes, hay quien borra la misma línea cientos de veces y hay quien escribe sin pensar. Yo soy más de escribir cuando me sale algo de dentro, esté triste o pletórica, que merezca la pena y sin pensar.

Hay palabras que son jarros de agua fría, que espabilan, que despiertan, que giran la forma de ver las cosas. Desde que un jarro de agua fría hizo girar toda mi vida, he estado medio vacía, no salía nada de mi que me permitiera escribir, o, al menos que mereciera la pena compartir. Fiel al segundo aniversario de “mi mundo líquido y moderno” aquí estoy, dudo que sea mi mejor entrada, quizás sea la peor, pero prometí seguir escribiendo y lo voy a hacer, ahora más que nunca.

Desde que hace 195 días me subí al carro del universo y el destino, desde que creo que  hay algo que pone las cosas en su sitio y juega con los hilos que nos mueven, analizo las cosas, pero pienso que todo ocurre por una razón. Mi razón; ponerme a prueba, hacerme fuerte, aprender a vivir de otra forma y a valorar lo que tengo, tenía y tendré.
Todo ha dado muchas vueltas, lo que había a mi alrededor ha cambiado y con ello mi vida. Quizás he dejado de hacer “clic” durante un tiempo, pero…soy de las que piensa que es mejor escribir cuando sale algo de dentro que cuando se fuerza.

No me sale mucho más, pero siendo el segundo aniversario, algo tenía que poner. Me faltarían líneas para agradecer a todos los que, de una forma u otra están ahora, y seguro que se me olvidaría alguien, por eso, solo voy a dar las gracias a todos, a los que me leen y a los que no, a los que están y a los que no, a los de cerca y a los de lejos, en resumen, a todos los que han vuelto a hacer “clic” en mi nueva etapa. Porque me han ayudado a ser un poquito más fuerte aunque a veces flaquee, incluso están consiguiendo derretir el hielo.


*Esto no acaba aquí, sumaremos 365 más*

...escribiendo...

“¡Me encanta lo que escribes! Ya sabes, guárdalo todo y nos regalas un día un libro” me dijo una de las veces que hice público algo que se me ocurrió un día tonto. “Gracias” le respondí sin saber qué más decir.
Y hoy que es un día tonto, de esos que hacen que me ponga delante de un papel, pienso en todo lo que podía haberle dicho, porque ha contribuido a que me decidiera a dejar volar mi mente, a destapar mi corazón, a contar y a plasmarlo en alguna parte, dejarme ver, oír y leer, puso una base hace años que han sido los cimientos de algo que siempre quise y al final conseguí.

Todavía no sé si un día podré regalarle mi libro, de momento le regalo mis palabras. 

No tengo su edad, ni su experiencia, ni su sabiduría, ni he vivido muchas de las cosas que ha vivido, otras, nos han tocado sin buscarlas ni esperarlas y mucho menos merecerlas, me da cien mil vueltas en todo y eso hace que entre otra gente también sea un referente, sí, quiero ser como ella.

Ahora que sabemos lo que hay y lo que por un tiempo vendrá, siento que conseguiré ese libro que le regalaré, pero no lo escribiré sola. Ese libro será mío, suyo y de todos los que cada día nos regaláis una palabra, una sonrisa, un gesto o un abrazo que nos da la fuerza que necesitamos.


**Lo vamos a conseguir y cuando hayamos acabado…lo escribiremos**

"te prefiero así..."


Prefiero la montaña al mar, el color al blanco y negro, esperarte a que me esperes.
Prefiero la sombra al sol, el chocolate blanco y los viajes de noche.
Que conduzcan y me lleven, el coche antes que otro transporte y el café: solo y con mucho azúcar.

Prefiero olvidarte a que me olvides. O no…quizás no.

Prefiero un abrazo fuerte fuerte a un beso vacío, una casa con jardín a un piso de ciudad, un perro más que un gato, pero eso sí, mi perro.
Pedalear a nadar y andar antes que nada.

Me gustan los juegos de palabras, bailar con las letras y leer las matrículas de los coches.
Que te rías conmigo a reírme de ti.
Echar de más a echar de menos.

Prefiero un susurro a un grito, un café con leche en la merienda, irme a que te vayas.
Cerveza fría en enero antes que una discoteca.
La música al ruido, el salado al dulce, lo amargo siempre.
La comedia al drama, la siesta en el sofá y el sueño…en la cama.

Prefiero escribir a hablar de sentimientos.
Madrugar trasnochando pero sin tener sueño.

Prefiero lo cercano a la distancia, la diversión al miedo, el medio lleno envasado al vacío.
Que me conozcas a que me leas; que me estudies a que me ignores, que me escribas tú primero.
Las tormentas desde el sofá y debajo de la manta. La lluvia en el cristal, pero no en las pestañas. El frío pero sólo desde lejos.
Un libro a una revista, la locura a la cordura, inventarte a que me inventes.

Te prefiero así, difícil, raro, extraño…hasta que por difícil, raro y extraño deje de preferirte.

Prefiero ser a parecer, soñar a despertar, vivir a que me cuenten.

Prefiero mis dos puntos suspensivos a los tres de todo el mundo.

Me acusaste de esconderme dentro de una armadura, de no darme a conocer demasiado, me pediste que saliese.
Aquí me tienes. O no…quizás no.

...multiplicar las sonrisas de 2012, como mínimo, por 13...


Primer mes y primera entrada del año.

No sé por qué la gente se empeña en pensar que las cosas cambiarán de un día para otro sólo porque cambiemos de número.
Hacemos balance, nos marcamos metas y propósitos, y estipulamos las nuevas reglas de otro juego, pero…lo más importante…hay que cumplirlas, señores. Y es que no basta sólo con proponérselo, aunque ya sea un gran paso.

Hace unos años alguien me enseñó el concepto de “foto bonita”. Todos tenemos una.
Tu foto bonita es esa imagen que te gustaría ver en un futuro, ese lugar en que querrías estar, ese sueño que querrías cumplir, eso en lo que te gustaría verte convertido, un objetivo, una meta, un logro, un todo. Ahora que empieza el año es un buen momento para hacer nuestra “foto bonita” y empezar a emprender el camino hasta ella.
Yo tengo muchas “fotos bonitas” y no espero al 31 de diciembre para disparar ni al 1 de enero para revelarlas. A veces salen mal, pero otras son dignas de tenerlas enmarcadas y presentes toda la vida.

Como todo el mundo, también tengo mis propósitos para este año. El más importante, y en el que se basa todo, es “multiplicar las sonrisas de 2012, como mínimo por 13”. No sé si será cosas de gatos o de otro animal, pero el positivismo no lo cambio por nada del mundo. ¿El truco? Es sencillo…y es que no lo estás viendo bien, gira la perspectiva desde la que miras y date cuenta de que eso contra lo que chocas no es una pared, es un peldaño. Ahora sólo tienes que subirlo, y así, toda la escalera.
En 2013 haré deporte, borraré dos de los puntos suspensivos de cada historia que no quiera, desecharé cada cosa que no aporte algo bueno a mi vida, viajaré, terminaré cada libro que empiece aunque no me guste, exprimiré a cada persona nueva que entre a formar parte de mi mundo, echaré a quienes no se dejan exprimir y reexprimiré a quienes ya están en él.
Cerraré las puertas por las que me entre frío y abriré las ventanas por las que entra el sol. Seguiré escuchando música a todo volumen y bailando en la ducha como una loca.
Escribiré lo que me apetezca cuando me apetezca. Pensaré antes de hablar en ocasiones, y en otras hablaré sin más.
No trataré con prioridad a quien me trate como opción. No trataré como opción a quien me trate como prioridad.
Seguiré despertándome con sueño, comiendo sin hambre y riendo con ganas. Seguiré dando más de lo que recibo, hablando más de lo que callo y soñando más de lo que duermo.
Pediré perdón cada vez que tenga que hacerlo y perdonaré cada vez que me pidan perdón.
Olvidaré, empezaré de cero.
Cuidaré todos y cada uno de mis tesoros.
No cometeré el error de no caer en el error.
Sonreiré siempre.
Lloraré algo, pero poco, y sólo por eso de limpiar los ojos.
Y sobre todo…no desaprenderé lo que aprendí.